La digitalización presenta un nuevo paradigma laboral que ha sido protagonizado por la subcontratación de servicios (outsourcing).
La mayoría de estos servicios, son prestados tanto por autónomos como por pymes. Según un informe sobre la Externalización de Servicios Tecnológicos realizado por la IDC España, un 82% de las grandes empresas poseen sus servicios e infraestructuras tecnológicas externalizados en su total o parcialmente.
Esto supone, que han depositado en manos de terceros su proceso de transformación digital.
Además, esto lleva consigo un cambio del paisaje de las oficinas en las que por ejemplo, los teléfonos de escritorio se han sustituido por móviles de última generación.
El concepto de una plantilla tradicional conformada por empleados fijos poco a poco va quedando en un segundo plano y son los autónomos los que se incorporan a las grandes compañías.
Los directores de Recursos Humano son conscientes de este cambio de modelo y según el informe, el 70% coincide en la necesidad de transformar o reconfigurar la fuerza de trabajo.
Por otro lado, este modelo viene de la mano de un cambio cultural. El informe afirma que el 38% de los CEO’s de las compañías aceptan la necesidad de reposicionar su propuesta de valor al empleado para llegar mejor a las nuevas generaciones.
Si tenemos en cuenta los datos de la Seguridad Social, el año pasado (2018) cerró con un total de 540.556 autónomos persona física menores de 35 años lo que corresponde a un 27%. A estos, deberíamos añadir los que desarrollan su actividad bajo una fórmula societaria.
El hecho de que los autónomos cobren cada vez más protagonismo en las plantillas de las grandes empresas no implica una precarización del empleo.
Las compañías necesitan cada vez perfiles más profesionalizados. Si al factor talento le añadimos una mejora de la rentabilidad supondrá un ahorro que se trasladará a los empleados en forma de incremento salarial.